FRUSTRACIÓN



Estar enamorado de alguien que no te corresponde o no conseguir pareja, no lograr tener un hijo de manera natural, no conseguir empleo, reprobar un examen, perder una competencia deportiva, problemas en la familia que no puedes solucionar, un negocio o inversión que ha salido mal, estos son algunos generadores de frustración.

Cuando nada funciona y no hay equilibrio en las normas sociales de convivencia y respeto de los espacios comunes, aparece la frustración. Esta se define como la vivencia emocional ante una situación en la que un deseo, un proyecto o una necesidad no se satisface o no se cumple. Este concepto está muy ligado a la agresión, que se define como el comportamiento físico o verbal que tiene la intención de lesionar a alguien.


Miller es quien planteó la hipótesis de la frustración-agresión y expuso que cualquier bloqueo de meta es frustrante, aunque no incluya señales de ataque. Otros autores explicaron que este tipo de frustración hace que el sujeto se enfade sin que llegue a ponerse directamente agresivo; para que se produzca una agresión directa es necesario que existan señales de ataque relacionadas con alguna forma de estimulación dolorosa.


En definitiva, la frustración hace que nos sintamos mal, y entonces somos desagradables dando origen a la agresividad emocional. La persona que sufre puede comportarse con dureza incluso con personas inocentes, en parte por el deseo de hacer daño. La asociación con los sucesos aversivos desempeñan un papel importante en la selección del blanco adecuado para recibir el ataque, que en general se dirige hacia aquel que es percibido como la fuente del displacer, pero en ocasiones éste no es alcanzable y entonces aparece el desplazamiento o búsqueda de un blanco sustituto sobre el que descargar la agresividad contenida.


Sin embargo, Berkowitz es uno de los autores más relevantes en la revisión de esta teoría. Él afirma que las frustraciones producen inclinaciones agresivas solamente en la medida en que son aversivas y conducen al efecto negativo. Entonces, cuando un deseo no se cumple, el sujeto puede reaccionar con enojo y agresividad, o bien generar sentimientos de tristeza, pesimismo y temor que con el tiempo puede convertirse en desmotivación. Es decir, las personas frustradas no siempre responden con agresión, algunas se deprimen o se desesperan.


Es importante mencionar que, aun cuando la causa real de frustración no esté presente, los pensamientos de acontecimientos desagradables pueden activar esta vivencia emocional, el simple hecho de recordar un evento desagradable puede generar reacciones agresivas o de desmotivación. Los pensamientos pueden mantener viva la hostilidad o por el contrario restringirla. De manera que a mayor autoconciencia, mayor autocontrol.


En cualquier caso, es fundamental la contención, la comprensión y el acompañamiento del entorno para minimizar la situación, superar el trance y no extender la presión y la exigencia.

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